El extranjero es la introspección descarnada en un individuo que intenta guiarse sólo por sus pensamientos y sus deseos; es una exploración de la ruptura entre el individuo y las convenciones sociales; es una crónica de la reacción de las instituciones de gobierno que, ante una persona que consideran un riesgo para la sociedad, emplean argumentos que rayan en lo absurdo.
En esta novela, publicada en 1942, Albert Camus llevó al terreno literario las ideas filosóficas que estaba desarrollando bajo el concepto del absurdismo, una corriente profundamente escéptica que no creía en los principios universales de la existencia humana ni en cualquier significado absoluto de la vida. Camus afirmaba que los individuos viven inmersos en la confrontación entre sus deseos y la irracionalidad del mundo; frente a nosotros sólo hay un vacío, por lo que corresponde a cada persona dar sentido a su vida (que suele ser insignificante, anclada en repeticiones inútiles). Para Camus, la alternativa era la rebeldía, contra las reglas inaceptables y ante la oscuridad propia.
Con el absurdismo, el escritor confrontó sumultáneamente tres líneas de pensamiento en boga: el cristianismo, el marxismo y el existencialismo. Su planteamiento era radical y práctico: “Si un hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo”.
Extranjero – extraño
En El extranjero (que bien podría entenderse como “El extraño”), un francés radicado en la Argelia francesa vive ajeno a los parámetros y expectativas sociales; su parquedad y honestidad no son consideradas virtudes ya que, al decir lo que piensa y siente, suele incomodar a los demás. Le agobian las preguntas, lo inesperado, el clima extremo y la necesidad de dar explicaciones (“De todos modos uno siempre es un poco culpable”).
“Me es indiferente”, es una de las expresiones recurrentes de Meursault, personaje que, de la misma manera que no espera nada de los demás, prefiere no expresar sentimientos ni emitir opiniones (“Nunca tengo gran cosa que decir. Por eso me callo”). Los demás lo juzgan reservado, abúlico, taciturno.
“Dije que sí, pero que en el fondo me era indiferente. Me preguntó entonces si no me interesaba un cambio de vida. Respondí que nunca se cambia de vida, que en todo caso todas valían igual y que la mía aquí no me disgustaba en absoluto. Se mostró descontento, me dijo que siempre respondía con evasivas, que no tenía ambición…”
Meursault no establece vínculos profundos con nadie; sólo experimenta deseos y vagos afectos, al tiempo que se aferra a un confort neutro, solitario, silencioso.
Tras cometer un crimen, dichas características adquieren una dimensión patológica a los ojos de la sociedad (“el rostro de un hombre en el que no leo más que monstruosidades”).
El debate moral
En el prólogo a la edición estadounidense, Camus explica por qué Meursault decide no tomar las salidas que se le ofrecen para suavizar su condena:
“La respuesta es simple: se niega a mentir. Mentir no es sólo decir lo que no es. Es también, y sobre todo, decir más de lo que es y, en lo que concierne al corazón humano, decir más de lo que se siente. Es lo que todos hacemos a diario para simplificar la vida. Al contrario de lo que parece, Meursault no quiere simplificar la vida. Él dice lo que es, se niega a enmascarar sus sentimientos e inmediatamente la sociedad se siente amenazada”.
El extranjero, que en su momento consagró a Albert Camus, ha sido objeto de discusiones éticas y revisiones de la crítica literaria. Por ejemplo, el teórico Harold Bloom ha dicho que es un libro “de época”, lo que le da un valor específico pero no necesariamente estético. De hecho, afirma que esta novela es “menor de lo que creíamos”, aunque no moralmente fallida. Y añade que Camus pertenece a la selecta nómina de ensayistas que nos ayudan a convertirnos en “individualidades con preocupaciones, más que individualistas indiferentes a nosotros mismos y a los demás”.
Por su parte, Mario Vargas Llosa opina: “Uno de los grandes méritos de El extranjero es la economía de su prosa. Se dijo de ella, cuando el libro apareció, que emulaba en su limpieza y brevedad a la de Hemingway. Pero ésta es mucho más premeditada e intelectual que la del norteamericano. Es tan clara y precisa que no parece escrita, sino dicha, o, todavía mejor, oída. Su carácter esencial, su absoluto despojamiento de estilo que carece de adornos y de complacencias, contribuyen decisivamente a la verosimilitud de esta historia inverosímil. En ella, los rasgos de la escritura y los del personaje se confunden: Meursault es, también, transparente, directo y elemental”.
Al abordar la trama y su planteamiento moral, Vargas Llosa ofrece un enfoque atractivo: “El extranjero, como otras buenas novelas, se adelantó a su época, anticipando la deprimente imagen de un hombre al que la libertad que ejercita no lo engrandece moral o culturalmente; más bien, lo desespiritualiza y priva de solidaridad, de entusiasmo, de ambición, y lo torna pasivo, rutinario e instintivo en un grado poco menos que animal”.
El debate sigue abierto, en gran medida por la discusión en torno a los criterios de análisis y ponderación de las obras, criterios que siguen cambiando constantemente.
Capitulo I
Los hechos ocurren en Argel. El protagonista, Meursault recibe un telegrama en el que se le informa que su madre ha fallecido. Debe partir hacia Marengo, donde se encuentra el asilo de ancianos, lugar en el que se hallaba su madre. Pide permiso a su patrón y emprende el viaje.Una vez en el asilo, él esta centrado en sus preocupaciones, se niega a ver el cuerpo de su madre y realiza reflexiones que demuestran su indiferencia ante un hecho de tanta importancia. En lugar de llorar a su madre, de expresarle su dolor, conversa con el conserje, sobre Paris. Fuma, se mantiene distante con los amigos de su madre que vienen a participar del velorio, le molesta el llanto de una de las mujeres. Se duerme. El entierro le resulta pesado, tortuoso por el calor de la jornada. Una vez concluido regresa a Argel con alegría pensando solamente en dormir. Nada hubo en él que expresara aflicción, pesar. Había muerto su madre, sin embargo, todo fue un trámite.
Capitulo II
Al despertar y darse cuenta que es sábado, siente el gozo de saber que tiene aun dos días de "vacaciones" (en realidad es el permiso que pidió a su jefe por la muerte de su madre) y decide ir a bañarse al mar. Se encuentra con Maria Cardona, antigua mecanógrafa de su oficina, por la que había sentido deseos en el pasado. La invita al cine y luego pasa la noche con ella. Habían transcurrido pocas horas del entierro de su madre. Sin embargo, no pareció importante. En cambio, a Maria le impresionó, aunque no hizo ningún comentario. Él, entendía que no era su culpa; ya se había disculpado con su patrón. Con ella no se disculparía.Llega el domingo, describe la gente que pasa por la calle, reflexiona acerca de lo que harán y donde irán y también expresa el aburrimiento que le provoca ese día. Pensó que ya era un domingo menos, que su madre estaba ahora enterrada, que volvería a su trabajo. Nada había cambiado. El vacío que vive es extremo. No hay ninguna expresión de sensibilidad en sus reflexiones. Todo en él acontece como en forma autómata, fría muy fría.
Capitulo III
Vuelve a su trabajo. Su patrón lo saluda por el luto y le pregunta por la edad de su madre. No la recuerda. Da una edad aproximada. Demuestra aquí un gran desamor por ella. Algo extraño, sus afectos no significan mucho, pero si el hacho de que la toalla que utiliza para secar sus manos, esté húmeda por la tarde. Sale a almorzar con un amigo, duerme un poco y luego regresa a la oficina. Al regresar a su casa, se encuentra con Salamano, un vecino viejo que tiene un perro sarnoso e enfermo de la piel. Describe la relación entre ambos. A continuación se encuentra con Raymond Sintes, un segundo vecino que lo invita a comer algo en su habitación. Raymond le cuenta una historia que ha vivido con una amante. Lo escucha pero casi sin interesarse por el relato. Por eso, cuando Raymond le pide consejo, le responde con oraciones breves y ante la propuesta de escribir la carta, responde afirmativamente de la misma forma que hubiera rechazado.
Le era indiferente hacerlo o no. No le molestaba. Una vez terminada, vuelve a su departamento y escucha gemir al perro del viejo Salamano. A Meursault le daba lo mismo ser su camarada que no serlo. Total imparcialidad.
Capitulo IV
Trabajó mucho toda la semana. Fue dos veces al cine con Emmanuel, el sábado va nuevamente a la playa y pasan la noche juntos. El domingo almuerzan juntos. Sienten una discusión en la habitación de Raymond. Allí le cuenta a Maria la historia del amante del vecino. Termina interviniendo la policía. Él, debe salir de testigo, afirma que le "da lo mismo" aunque no sabia que debía decir. Cuando regresan se encuentran con Salamano que había extraviado su viejo perro. Su consuelo hacia el vecino es muy técnico, solo hace mención a la actitud de la perrera. No es capaz de captar la soledad y el dolor de Salamano.
Capitulo V
Un día en el que recibió varias propuestas: Raymond lo invita a pasar el domingo en una cabaña en la paya de un amigo, cerca de Argel. El patrón le propone enviarlo a una oficina que instalará en Paris. Meursault expresa que le da igual. Ante la pregunta de su jefe si no le interesa un cambio de vida, responde que nunca se cambia de vida, que todas valían lo mismo. He aquí la absoluta indiferencia. Su jefe observa que jamás responde directamente que no tiene ambiciones. Por la tarde Maria le pregunta si quería casarse con ella. Nuevamente la respuesta es: "me da igual". No hay en él "sí" o "no". Pareciera que nada tiene sentido, nada le importa lo suficiente como para jugarse en una decisión personal única y responsable. Maria lo ama y se lo dice; él ciertamente no la quiere y lo dice. Para él, el matrimonio no es cosa seria. Pero si ella desea casarse él lo haría cuando ella lo disponga.Cena en el bar de Celeste, una extraña mujercita se sentó a su mesa, pidió la cena y extrajo una revista radiofónica en la que marco las emisiones. Esto le llamo la atención a Meursault. Por ello al salir ella, él como no tenia nada que hacer, salió también y la siguió. Termino por perderla entonces, volvió a su casa, encuentra a Salamano desolado por la perdida de su perro. Habla con él, lo escucha, se aburre pero como no tiene nada que hacer, ni sentía sueño, se queda con su vecino. No es el afecto ni la preocupación del otro lo que lo hacen quedar con Salamano. Sólo para poder dejar pasar las horas.
Capitulo VI
Llego el domingo. Raymond, Maria y él marchan hacia la cabaña de la playa de Masson. Al salir, enfrente había un grupo de árabes, entre ellos estaba el hermano de la joven a la que Raymond golpeo. Sin embargo, no les dieron importancia. Siguieron su camino. Se bañan, almuerzan y luego los tres hombres salen a caminar. Se cruzan con dos árabes, que vienen tras Raymond a vengar la paliza que le dio a su amante. Raymond es herido. Lo llevan a un medico. Nuevamente vuelve a salir con Meursault y se encuentra otra vez con los árabes Raymond saca un arma pero no la dispara. Meursault se la pide. Regresan, pero él no quiere encontrarse con las mujeres y decide seguir caminando. El sol le molestaba, el calor lo sofocaba. Encuentra al árabe que hirió a Raymond, le muestra su cuchillo y él dispara. Meursault comprende que destruyó el equilibrio del día. Por primera vez un domingo fue diferente para él. Había sido feliz. Disparo cuatro veces más sobre el cuerpo y reconoce que así llama a la puerta de la desgracia, ya que esto lo condenara seguramente.
Segunda Parte
Capitulo I
Es llevado a un juez de instrucción e interrogado. No había escogido abogado, ja que otra vez daba muestras de total indiferencia, por lo tanto le envían un letrado de oficio. El abogado decide ayudarlo, pero Meursault, absolutamente sincero le afirma que perdió la costumbre de interrogarse, de reflexionar. Su abogado le pregunta si sintió dolor el día del entierro de su madre. Los instructores saben de las muestras de insensibilidad de ese día y harán hincapié en ello el día del juicio. El abogado no logró convencerlo de decir que ese día había reprimido sus sentimientos naturales. Al poco tiempo, compadece nuevamente ante el juez. El juez buscaba el arrepentimiento de él, pero ni siquiera ante el crucifijo, se conmovió. Afirma no creer y más que culpable o arrepentido se confiesa aburrido. El juez resultaba ser una persona muy exaltada y preocupada por la pasividad de Meursault. Las visitas del juez continuaron, pero él no le prestaba atención, estaba cansado de contar siempre lo mismo.
Capitulo II
Maria lo visita por primera y única vez ya que se lo prohibían por no ser su mujer. Allí comienza a sentir que está prisionero.Aquí describe las sensaciones que siente en la prisión: la falta de una mujer, la prohibición de fumar, la falta de libertad. Reflexiona sobre el paso del tiempo estando encerrado. Por primera vez, algo parece importarle. Es el castigo, pero, confiesa no sentirse desgraciado. El único problema era matar el tiempo y para ello comenzó a recordar. Así terminó por no aburrirse. Confiesa que con las horas de sueño, los recuerdos, la lectura de una historia seca y la alternancia de la luz y la sombra discurrió el tiempo. Habían pasado cinco meses.
Capitulo III
Comienza su juicio. El abogado le informa que no es el más importante porque hay otro caso: homicidio (este caso ha atraído a muchos periodistas, Meursault hace referencia a el ambiente de desparpajo y normalidad que hay entre los periodistas.) Este último concentró la atención de los periodistas, por ello hay mucha gente. Al entrar al juzgado le da la sensación de estar en un club. Todos se conocen, se saludan; él se siente un intruso, pero está tranquilo. Hasta que escucha los nombres de los testigos: el director y el conserje del asilo, Raymond, Massou, Salamano, Maria. Comienza a ser interrogado por el fiscal que hace hincapié en el tema de la madre, porque la llevó al asilo. Luego toma testimonio al director y al conserje del asilo. Ambos hablaron de su negación a ver el cuerpo, que no lloró, que se fue inmediatamente después del entierro sin recogerse ante su tumba, ni siquiera sabía la edad de su madre. El fiscal ante estas respuestas experimentó una sensación de triunfo. Meursault se da cuenta de que las cosas no van resultando a su favor porque no solo se lo juzga por su crimen sino también por no haber sido un buen hijo. Maria, Massou, Raymond, testimoniaron destacando sus cualidades, pero el fiscal se mantuvo en la misma línea: para desacreditarlo ante el jurado.
Capitulo IV
Continúa el Juicio. El protagonista siente que se habla más de él que de su crimen. Se realizan los alegatos del fiscal y el abogado defensor. El fiscal insiste en que jamás lamentó haber asesinado al árabe. Meursault piensa que él jamás lamentó nada verdaderamente. Cuando el presidente del tribunal le pregunta si desea decir algo, expresa que no tuvo intención de matar al árabe, que todo fue por causa del sol. Todos rieron en la sala. El alegato del abogado defensor fue menos efusivo. El tribunal se retira de la sala. Delibera. Regresa y se da la sentencia: culpable de asesinato. Sería decapitado en una plaza pública y en nombre del pueblo francés.
Capitulo V
Por tercera vez se niega a recibir al capellán, no tiene deseos de hablar. Tan solo piensa en las posibilidades que se le presentan para volver a la libertad, pero se centra sobre todo en dos cosas: el alba y su petición de indulto. Paso sus noches esperando esa alba en la que lo ejecutarían. Cuando el amanecer pasaba y seguía vivo, reflexionaba sobre el indulto. Deseaba obtenerlo pero también se imaginaba que la petición era rechazada y todo volvía a comenzar. Finalmente el capellán entra en su celda e intenta explicarle porque necesita el consuelo de Dios. Él, sigue firme en su incredulidad y sostiene que todos estamos condenados a muerte, por lo que ese consuelo no tiene sentido, llega a molestarse mucho y a tomar al sacerdote por el cuello. Intervienen los guardias. El capellán lloró por él. Meursault recuperó la calma cuando éste se fue. Agotado, se durmió. En el límite de la noche, las sirenas sonaron. Anunciaban su ejecución. Por primera vez, pensó en su mamá y se abrió "a la tierra indiferencia del mundo". Deseaba la presencia de muchos espectadores que lo acogieran con gritos de odio.
"Me sorprendió el final de la novela, sinceramente cuando acabe el último párrafo no podía creer que acabara así, me dejo con más intriga que antes sobre la actitud del protagonista, esta misma intriga me hizo pensar sobre la historia aún más. Creo que Camus hizo esto para intentar hacer pensar al lector, para que así siguiera preguntándose el valor de la vida y siguiera enamorado de la actitud de Meursault"
PERSONAJE
Meursault: es el claro protagonista de esta historia. Vive pensando que las cosas ocurren por que si, porque en algún momento tienen que suceder. Es una persona a la que solo le importa el beneficio propio, sincero pero a la vez insensible. Además de eso, no se preocupa para nada por lo que puedan sentir los demás.
Marie Cardona: es la antigua mecanógrafa que trabajaba en la oficina de Meurseault. Vive enamorada de él, tan enamorada que no le importa el echo de que el posible matrimonio entre los dos, no le afecte a Meurseault. Esta dispuesta a casarse con el aunque este no la quiera.
Raymond Sintes: es su vecino de piso. Hombre mujeriego, bajo con anchos hombros y nariz de boxeador. Aunque es un tanto extraño viste correctamente, lo que no le hace a su forma de pensar y de actuar.
Masson: es el amigo de Raymond. Es un tipo alto, macizo de cintura y de hombros. Es el propietario de la pequeña casa al lado de la playa a la que se van a pasar el día Meurseault, Marie y Raydmond; pasan el día junto a la mujer de Masson.
Salamano: otro de los vecinos de Meursealt. Convive con un perro desde hace ocho años. No sabe valorar lo que tiene puesto que trata mal a su perro enfermo desde que lo encontró y en canto lo pierde se arrepiente de sus acciones y hace casi lo imposible por recuperarlo.
El capellán – un sacerdote que atiende las necesidades religiosas de los condenados, el capellán actúa como catalizador del desarrollo psicológico y filosófico de Meursault. Después de que Meursault es declarado culpable de asesinato premeditado y sentenciado a muerte, se niega reiteradamente a ver al capellán. El capellán visita Meursault de todos modos, y casi exige que se consuele en Dios.
Thomas Perez – Uno de los residentes mayores en la casa de ancianos donde vivía la madre de Meursault. Antes de la muerte de Madame Meursault, ella y Pérez se habían vuelto tan inseparables que los otros residentes bromearon que él era su prometido. La relación de Pérez con Madame Meursault es uno de los pocos apegos emocionales genuinos que la novela describe. Pérez, como alguien que expresa su amor por Madame Meursault, sirve para frustrar al narrador indiferente.
El juez de instrucción- el magistrado interpela a Meursault varias veces después de su arresto. Profundamente perturbado por la aparente falta de aflicción de Meursault por la muerte de su madre, el magistrado blande un crucifijo en Meursault y exige saber si cree en Dios.
El cuidador – un trabajador en el hogar de personas mayores donde la madre de Meursault pasó los tres años anteriores a su muerte. Durante la vigilia que Meursault celebra antes del funeral de su madre, el cuidador conversa con Meursault en el depósito de cadáveres.
VALORACIÓN DE LOS PERSONAJES
No me identifico con ninguno de los personajes expuestos en el libro. Ni siquiera con Marie, una chica dulce, normal, posiblemente atractiva pero que sabe perfectamente que la persona a la que ama le da igual casarse o no con ella, y que aun así sigue teniendo deseos de casarse con esa persona insensible, que le dice claramente sus sentimientos de indiferencia ante el posible matrimonio de los dos, sin importarle lo más mínimo el poder herirla a ella.
PROBLEMAS FILOSÓFICOS
Sin duda el primer problema filosófico que se nos presenta es la indiferencia ante diversos acontecimientos del protagonista Meursault: no llorar en el entierro de su madre, la indiferencia ante el matrimonio, la forma de desahogarse ante una situación incomoda…
La falta de libre albedrío por parte de Meursault. No muestra ningún indicio de estar a favor o en contra de cualquier tipo de cosas. Esto lo podemos ver cuando Marie le pide en matrimonio y a este le es indiferente.
La suprema sinceridad del personaje principal, es tan sincero que le importa lo mas mínimo los sentimientos de los demás, poder llegar a herirles y posteriormente lo que piensen de él después de confesar lo que siente.
El vivir el presente sin preocuparse del futuro. Le es indiferente poder llegar triunfar en la vida después de una oferta de trabajo mejor. También le es indiferente el hecho de que pueda morir joven, ejecutado, condenado, puesto que piensa que las cosas suceden porque en algún momento han de suceder.