La novela es simbólica pues el personaje de Artemio Cruz representa al México posrevolucionario, donde el joven intrépido lleno de ideales de la revolución se convierte en un anciano rico e inválido, cuya riqueza procede de los capitales extranjeros. Con esta obra nos muestra como el autoanálisis no tiene por qué conducir necesariamente a la acción.
Esta novela forma una especie de "episodios nacionales" o trilogía junto a La región más trasparente (1958) y Las buenas conciencias (1959).
Carlos Fuentes (Ciudad de México 1928) ha sido catedrático de literatura en Princeton, durante algunos años desempeñó el cargo de embajador en París y en 1987 obtuvo el premio Cervantes.
Ha escrito libros de relatos breves, Los días enmascarados (1954), Aura (1962); novelas, Cambio de Piel (1967), Terra Nostra (1975), Gringo viejo (1985), Cristóbal Nonato (1987) y también algunas obras de teatro y ensayos.
En el último capítulo se ve cómo empezó todo: Artemio Cruz nació a consecuencia de una violación de una mulata, Isabel Cruz, por parte de un terrateniente, un tal Atanasio Menchaca. Fue Lunero, el hermano de Isabel, quien crio a Artemio en una choza al lado del río puesto que su madre murió apaleada de la mano de Atanasio. Lunero servía a una anciana, Ludivinia, que resultaba ser la madre de Atanasio, y a un borracho inútil, Pedro, segundo hijo de la anciana. Al enterarse Artemio de que un enganchador estaba a punto de llevarse a Lunero a una hacienda para siempre, Artemio pensó que los responsables de la marcha de Lunero eran los de la casa de al lado, los Menchaca. Se acercó a la casa, agarró una escopeta y mató a Pedro. Después, emprendió su huida hacia Veracruz. Pronto Lunero tendría que alcanzarlo pero mientras huía oyó como alguien disparó a Lunero. A partir de allí, un maestro se iba a encargar de él en Veracruz y lo iba a preparar para desempeñar el papel que llevó a cabo en la Revolución antes de perder sus ideales y de elegir la traición que lo condujo a usar el poder para corromperse.
El alma que peque, ésa morirá. El hijo no cargará con la iniquidad del padre, ni el padre cargará con la iniquidad del hijo; la justicia del justo será sobre él y la maldad del impío será sobre él.
Ezequiel 18:20
Porque {aunque} mi padre y mi madre me hayan abandonado, el SEÑOR me recogerá.
Salmos 27:10
El padre de Artemio Cruz, no fue un hombre piadoso, ni tampoco un marido amoroso o padre ejemplar, sin embargo, Dios recoge a los caídos y abandonados aún si han sufrido a causa de los que más admiran o tiene en frente abusando de su cargo de autoridad y dando un modelo de padre incorrecto a seguir.
En parte el camino de Artemio, que fue bastante herrado en los principios cristianos y morales del mundo, fué influenciado por su padre, el trato que tuvo con su mamá, sufrir el abandono y falta de amor, sin ambargo al morir, tendrá que rendir cuentas, así como todos nosotros de manera individual.
El único verdadero padre a quien debemos rendir honra y agradecer siempre por ser tan bondadoso y amoroso con nosotros es nuestro Dios y padre eterno.